En México, la Expropiación Petrolera fue un acto por medio del cual se nacionalizó toda la industria petrolera en 1938.
Hacia los años treinta del siglo pasado había una constante pugna entre el Estado y las empresas extranjeras por el control de los hidrocarburos.
En 1935 se creó el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), con todo el apoyo del gobierno federal.
En en 1936 este sindicato reclamaba reivindicaciones económicas, entre las que se encontraban, la semana laboral de cuarenta horas, pago salarial durante enfermedades, indemnización familiar en caso de muerte o incapacidad total, salario mínimo de cinco pesos y jubilaciones; las cuales fueron rechazadas por las compañías petroleras.
En 1937, el sindicato manifestó su decisión de declarar la huelga si las empresas no respondían satisfactoriamente a lo que el STPRM lo presentó ante la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje como un conflicto de carácter económico. La Junta revisó la situación y determinó que las empresas contaban con los recursos suficientes para cumplir con la solicitud de los trabajadores. Por lo que en diciembre de ese mismo año la junta federal pronunció un laudo para que las empresas establecieran las condiciones de trabajo exigidas, a partir de la primera semana de 1938.
Así el 18 de marzo de 1938 cuando el Presidente de México, General Lázaro Cárdenas del Río, expidió el decreto de la Expropiación Petrolera, el cual consistió en la apropiación legal del petróleo que explotaban 17 compañías extranjeras que tenían el control de la industria, para convertirse en propiedad de los mexicanos.
La expropiación estableció que el Estado mexicano tendría control total sobre la producción y comercialización del petróleo en territorio nacional, es decir en mar y tierra. Esto represento que el gobierno obtuviera más recursos económicos, con lo cual se fortalecieron las finanzas públicas, y al tener buenos ingresos la actividad económica del país tuvo un incremento significativo.
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