Canadá.- La abundancia de alimentos sabrosos y ricos en grasa o azúcar ha propiciado que haya más personas longevas, pero también ha provocado una epidemia de enfermedades asociadas a la obesidad, que genera mala salud y pone a prueba la resistencia de los sistemas sanitarios.
Una de las vías para poner freno a esta crisis sanitaria está en el estudio de lo que sucede en el cerebro cuando nos exponemos a determinados alimentos. Esta semana, un equipo liderado por Michiru Hirasawa, de la Universidad Memorial de Terranova (Canadá), publica un trabajo en la revista PNAS en el que tratan de entender la relación entre la inflamación del hipotálamo, una parte del cerebro que regula el balance de energía y nuestra sensación de hambre, y el consumo de dietas altas en grasa.
Desde hace tiempo, se sabe que las dietas con mucha grasa pueden dar lugar a un círculo vicioso difícil de detener.
Esos alimentos producen una inflamación del hipotálamo que incrementa el apetito hasta niveles que nos hacen comer más de lo que necesitamos y que ganemos peso.
Sin embargo, los científicos también han observado un efecto aparentemente paradójico.
La inflamación de esa región del cerebro también se asocia con enfermedades como la anorexia y otras que producen pérdida de peso.
Hirasawa y sus colaboradores utilizaron modelos animales para tratar de encontrar el modo en el que se regula esa relación entre la inflamación y un apetito desordenado.
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