Claudia Solera
Ellas, las mamás en tiempos de empoderamiento femenino, están exhaustas.
“Cansadas”. Ésta es la palabra que podría definir la reacción de las mujeres en contra de las nuevas formas de discriminación. Anayatzin, madre de una bebé de cuatro meses y de un niño de 4 años y administradora, está de acuerdo, las mamás de hoy viven al borde del agotamiento.
“Creo que las mamás de todos los tiempos han vivido agotadas. Ahora, la diferencia es que a ellas, no se les exigía tanto socialmente. Además de ser muy buenas madres, tienes que salir al terreno laboral y ser buena empleada. Ah, pero también mantenerte guapa, porque si ya te descuidaste, ´qué bárbara`”.
“La entrada de las mujeres al espacio público se hizo sin abandonar el espacio doméstico, mientras que los hombres nunca entraron al espacio privado”, dice la escritora española Nuria Varela para explicar el cansancio de ellas. Mamás que se definen, como “exhaustas” cuentan a Enfoque Noticias aquello, que casi siempre callan en público: el agotamiento extremo y si son igualitarias las cargas de la crianza entre mujeres y hombres.
“Creo que nos volvimos completamente proveedoras y ellos no jalaron al parejo con nosotras. Hacemos casi todo lo que se piensa como nuestra `obligación` al ser una mamá: desde levantar al niño, bañarlo, el lunch, llevarlo a la escuela, las actividades en la tarde, revisar tareas y si se enferma, cuidarlo; pero cuando ellos lo hacen, creen que no es su obligación y que nos están ayudando.”, dice Cinthya, productora de 45 años y madre de dos niños.
Según la última Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares realizada por el Inegi, las mujeres dedican al trabajo doméstico y de cuidado casi el doble de horas a la semana que los hombres. Ellas pasan 54 horas en promedio y ellos sólo 30 horas.
“En este afán de que la maternidad no te limite y no sea una condición, que te impida ir por tus propios sueños profesionales, nos hemos sobrecargado de actividades y hemos entrado en dinámicas de sobre exigencia en las que queremos ser todo. Y yo creo que las mamás, y las mujeres en general, sí podemos ser todo, pero no todo al mismo tiempo”, habla Claudia, madre de dos niñas y un niño, empresaria y comunicadora.
Ellas consideran que nadie las comprende si necesitan un día libre, incluso, si un día necesitan tirarse a la depresión y ponerse a llorar.
“No importa que tan triste, enojada o deprimida estés, siempre tienes que seguir y no tienes el permiso ni de ponerte a llorar, porque hay que servir la comida o llevar a los hijos a la escuela”, concluye Claudia.
Y en sus empleos ¿son flexibles? ¿son compatibles con su maternidad? Para Ceyla, artista plástica y María Isabel, profesora de administración, las empresas y los empleadores tienen mucho por hacer, porque aseguran que no hay una concientización sobre las necesidades de las madres, ni está incluida en su agenda laboral.
“Yo, una de las razones por las que me volví Independiente, fue justamente por eso. En algún momento fui al trabajo con uno de mis hijos enfermo y me regresaron y me descontaron el día”, lamenta Ceyla, madre de dos.
Mientras que María Isabel, asegura que la carga de los trabajos es excesiva y de ninguna manera está diseñada para las mamás, por ello, ha tenido que optar por ser profesora en línea.
“Aunque me gusta mucho mi trabajo de academia en home office está muy mal pagado, no hay prestaciones, no genero antigüedad, tampoco te reconocen en el trabajo y todo esto desmotiva”.
¿Cuál es el mantra que ellas repiten para contenerse? “Tal vez está mal decirlo, pero muchas veces, sí pienso, ‘bueno, sólo por hoy, así como en Alcohólicos Anónimos´”, confiesa Ana Pao, activista y profesora de yoga.
Claudia responde si ¿ser una madre exhausta también cobró factura a su relación de pareja?
“Imagínate si tienes a una mamá sobrecargada, completamente agotada, por supuesto, que llega el viernes y por mucho que el marido quiera ver una serie contigo, saque las copas y el vinito, pues lo único que quiero es dormir. Entonces, claro, que va afectando a la relación”.
Ana Pao intenta luchar por su relación de pareja, a pesar de lo extenuante que puede ser madre de una bebé y de un niño de nueve años, combinado con el activismo y dar clases, porque teme que su vida amorosa se esfume y la única conexión que permanezca sea la crianza.
“Para mí es bien importante dar este mensaje de cuidar a la pareja, porque sí quiero mucho a mi bebé y a mi hijo y son prioridad, pero mi plan es que mi pareja se quede después de criarlos y me acompañe por el resto de mi vida”.
Hoy en México, el 67% de las mujeres son mamás, es decir, 38 millones y muchas ya llegaron a la conclusión de que es necesario levantar la voz sobre su agotamiento, pero sobre todo, plantear a la sociedad, el cómo seguir alentando a que las madres a salir al espacio público sin dejar todo el peso de la crianza sobre sus hombros.
En la generación millenial, dos de cada diez mujeres no quiere tener hijos. En la centennial, los nacidos con el siglo, la cifra llega a seis mujeres en los próximos cinco años, según una encuesta de la consultora Merck. ¿Puede revertirse esta tendencia con políticas públicas? Las escuelas de tiempo completo permitirían a ambos padres cumplir con sus tareas; opciones laborales flexibles bien remuneradas animarían a más parejas a tener hijos; también empresas que den a los hombres permisos de asistir a juntas escolares, visitas al pediatra y asistir a sus actividades extracurriculares de hijas e hijos. ¿Son sueños? Quizá, lo que hará posible que las nuevas generaciones se animen a tener hijos y que lo vean con otros ojos, y no, con el riesgo de caer exhaustas.
SC/