México.- La actividad sexual es una parte importante de la vida. No sólo puede ser divertida y placentera, sino que también nos ayuda a relajarnos, dormir mejor, reducir el estrés, sentirnos cercanos a los demás y, en consecuencia, mejorar nuestras relaciones sociales, además de reforzar nuestro sistema inmune.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la salud sexual es relevante desde la infancia hasta la edad adulta, y no sólo durante los años reproductivos.
Durante el confinamiento debido a la pandemia, muchas parejas que viven separadas empezaron a pasar más tiempo juntas, e incluso algunas comenzaron a cohabitar.
Ahora bien, que las parejas pasen más tiempo juntas no significa necesariamente que sus relaciones sexuales sean más frecuentes o más satisfactorias. El aislamiento, trabajar en casa y, en algunos casos, las dificultades económicas representaron problemas en la relación. Además, en las parejas con hijos, la inestabilidad en el cuidado de los niños puede restringir la vida sexual.
También debe considerarse que en los más de dos años de pandemia mucha gente ha tenido que enfrentar el dolor de perder a algún familiar o amigo. Y, en cuanto a lo material, hay que agregar las presiones económicas o, en definitiva, la pérdida del empleo.
Personas de todas las edades y estratos sociales han estado luchando con la ansiedad y la depresión durante la pandemia, lo cual influye en el deseo sexual.
Los investigadores utilizaron información de la General Social Survey entre 1989 y 2014. Esta encuesta se hizo en personas de 18 años y mayores. Al comparar esos datos, encontraron que la frecuencia de la actividad sexual declinó en los últimos años, en especial en las personas de mediana edad con parejas sexuales y en personas con niños en edad escolar.
La prolongada falta de relaciones sexuales preocupa a los investigadores por las posibles consecuencias en la salud y en las relaciones sociales de las personas.
Sin embargo, no todo mundo coincide en las posibles causas y consecuencias de la falta de relaciones sexuales. Ena Eréndira Niño Calixto, del Programa de Sexualidad Humana de la Facultad de Psicología de la UNAM, considera, respecto a las consecuencias, que “no hay un efecto negativo por no tener actividad sexual”.
La académica señala que “otras actividades producen exactamente el mismo efecto, como hacer ejercicio, entretenerse con películas o realizar meditación y relajación, ya que se secretan endorfinas, ácido láctico y serotonina, lo que genera sensaciones de bienestar; hay un sueño reparador; hay un momento de tensión, otro de relajación”.
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