Un gol del capitán Marcel Sabitzer en el minuto 81 dio el triunfo a Austria por 2-3 ante Países Bajos y el primer puesto del Grupo D de la Eurocopa.
Austria se adelantó pronto, en el minuto 6, con un gol en propia puerta de Donnyel Malen y al comienzo de la segunda parte, en el 47, Países Bajos empató con una diana de Cody Gakpo.
Los austriacos volvieron a ponerse por delante en el minuto 56 con un gol de cabeza de Romano Schmid. Memphis Depay empató de nuevo para Países Bajos en el 76 y Sabitzer decidió el duelo.
Tal era el desastre, que el técnico neerlandés no quiso esperar al descanso para sacar al campo a Xavi Simons, de lo poco digno de ver que tiene un conjunto cuya afición apoya intensamente, aunque tenga pocos motivos para ello.
En el descanso, los jugadores de Países Bajos fueron conscientes de la vergüenza perpetrada en la primera mitad y salieron dispuestos a redimir la tropelía. El tempranero empate de Gakpo, fruto de la primera gran jugada trenzada por los tulipanes, inflamó a la afición neerlandesa, cuando parte de ella aún no había regresado del entretiempo.
La sorpresa de Austria ante la desesperación de Países Bajos
Fue un espejismo. Un balón servido minutos después por Grillitsch desde la izquierda, tras una gran combinación en campo contrario, fue enviado por Schmid al fondo de la red por Schmid de un certero cabezazo.
Francia termina como segundo y espera rival
Los cambios del extécnico culé no revitalizaron al equipo. Volvieron las prisas, el desorden y el juego errático. Y ante esa tesitura optó por lo más primitivo. Weghorst al campo y balones al área para el gigante del Hoffenheim. De una de esas acciones nació la segunda igualdad en el marcador, aunque en este caso con el ariete haciendo el papel de asistente para que fusilara Depay.
No duró mucho su alegría. El otro ‘9’ no quiso ser menos y Sabitzer, apenas cinco minutos después, aprovechó un balón filtrado al costado izquierdo para acribillar a Verbruggen por alto y volver a colocar a Países Bajos frente al espejo. Un espejo en el que solo se ven decrepitud y nostalgia de que lo que antaño se fue y ahora no se es.
Dijo Koeman en la previa del choque que disputar el torneo continental en el país donde conquistaron su último y único título, la Eurocopa del 88 con él en el campo, no suponía “una ventaja psicológica” sobre los rivales.
Después de este partido, al que ya llegaban clasificados, aunque finalmente lo harán como terceros, queda claro que es más bien un lastre que martiriza a los neerlandeses y del que deberán sobreponerse, sobre todo si quieren emular aquella conquista o reverdecer los laureles cultivados hace 50 años, tantas veces más condena que legado.