México.- Para Carlos Iván Jacinto Sebastián la discapacidad visual no ha sido un obstáculo; ha superado barreras y alcanzado grandes logros, como ser el primer egresado organista ciego de la Facultad de Música de la UNAM. Con determinación, perseverancia y talento es un testimonio inspirador de cómo la voluntad y el esfuerzo pueden abrir caminos donde otros ven dificultades.
Desde joven, Jacinto Sebastián fue diagnosticado con pars planitis, una inflamación en una parte del ojo que en casos avanzados deriva en la pérdida de la vista, tal fue el pronóstico para Carlos Iván, era cuestión de tiempo para que perdiera por completo toda visión y con ello muchos de sus sueños, cómo estudiar ingeniería, que con su condición le parecía difícil seguir ese camino.
En busca de tratamientos para mejorar su visión, inició una terapia que requería vendarle los ojos, lo que complicó aún más su vida diaria; más no se dejó vencer, y buscó en qué entretenerse mientras atravesaba estos complicados momentos. Encontró un pequeño piano de juguete que su madre le había regalado, y comenzó a tocarlo guiado por el oído y el corazón; lo que empezó como un pasatiempo se transformó en un proyecto de vida. Con el apoyo incondicional de su madre, juntos buscaron espacios donde pudiera desarrollar sus habilidades musicales, pero se toparon con discriminación y prejuicios. “Si no puedes leer partituras, no puedes hacer música”, le decían.
Afortunadamente, encontró un profesor que lo animó a ignorar esos comentarios y le enseñó sus primeros acordes en el piano. Su madre, emocionada por sus avances, no se rindió y finalmente lograron que lo aceptaran a los 17 años en el Instituto de Música Sacra Cardenal Miranda. Ahí tuvo su primer contacto con el órgano. “Cuando lo escuché me llamó la atención. Cierto día uno de mis profesores interpretaba piezas de Johann Sebastian Bach y César Franck. En ese momento no los conocía, pero quedé fascinado, y me ilusionaba aprender a tocar ese instrumento”, relató Carlos Iván.
Ingresó a la Facultad de Música de la UNAM, en ese tiempo aún conservaba algo de visión residual, sin embargo los desafíos eran constantes porque pocos lugares están acondicionados para personas con baja o nula visión. Sin embargo, la FAM se adaptó a la llegada de Carlos Iván, incorporando un ambiente más propicio para que él se concentrará en su memoria y oído, como herramientas fundamentales de aprendizaje. En este proceso conoció al maestro Gustavo Delgado Parra, quien de inmediato valoró sus capacidades. – “Yo me fijé en su talento porque, si miramos hacia atrás, la música se transmitía oralmente de generación en generación, sin necesidad de documentos escritos. Leer partituras es útil, pero no imprescindible para hacer música. Su condición no fue un impedimento para mí. Cuando lo escuché tocar, supe que era digno de confiarle todo un programa. Tuve que aprender mucho y entrar en una dinámica diferente, pero me enfoqué en él. Ha sido un trabajo muy interesante, y puedo decir que el resultado es excelente y aún hay material para seguir trabajando”, comentó Delgado Parra.
Gracias al amparo de su maestro, Carlos Iván pudo continuar desarrollando su oído musical en lo que paulatinamente perdía por completo su vista.
UNAM
SC/