Nueva York.- El telescopio James Webb, que el próximo sábado despegará desde la Guayana Francesa, va a permitir “reescribir la astronomía” y aportar datos inéditos sobre el origen del universo gracias a sus nuevos componentes y su diseño que lo convierten en único.
Según explicó Gerónimo Villanueva, astrónomo del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, en conversación por zoom, está previsto que el telescopio se separe del cohete (un Ariane 5) en los primeros treinta minutos tras el despegue, programado para las 07:20 hora local si las condiciones atmosféricas lo permiten, pues ya ha habido varios retrasos por esta causa.
Posteriormente, en los siguientes días, se irá produciendo el despliegue completo del telescopio, que Villanueva describió como “la parte más dramática”, pues supone la apertura de una plataforma tan grande como una pista de tenis cuya función será la de un parasol de varias capas que proteja de la radiación infrarroja el núcleo del telescopio, que pesa unos 6,500 kilogramos.
El James Webb, bautizado así por el nombre de un antiguo administrador de la NASA, será el mayor observatorio de ciencia espacial del mundo y es una misión conjunta de la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Canadiense. Lo que distingue al James Webb de las generaciones anteriores de telescopios es que observará el universo en el espectro infrarrojo, por lo que podrá observar las primeras galaxias, las más cercanas al momento del Big Bang.
El James Webb ha sido diseñado para tener una vida útil mínima de cinco años, prorrogables hasta diez, pero en realidad “puede funcionar por décadas, está diseñado para mantenerse operacional mucho más tiempo”, como sucedió con el Hubble, recuerda el astrónomo, cuya vida ha sido prorrogada gracias a que se ha ido “reinventando” durante décadas.
FF