EUROPA PRESS.- Un análisis de los isótopos de carbono de las cáscaras de avellanas encontradas en sitios arqueológicos hace posible revelar cómo eran los lugares en los que vivían los humanos hace milenios.
En un nuevo estudio, publicado en Frontiers in Environmental Archaeology, investigadores de la Universidad de Oxford idearon un método para analizar cáscaras de avellana conservadas para indicar si los microhábitats alrededor de los sitios arqueológicos estaban muy boscosos o abiertos y parecidos a pastos.
Esto se basa en el hecho de que las avellanas que crecieron en ambientes cerrados, como bosques densos y sombreados, tienen isótopos de carbono muy diferentes a los de las avellanas que crecen en ambientes abiertos y soleados. El nuevo método podría ayudarnos a comprender no sólo cómo era el entorno local hace miles de años, sino también cómo los humanos han impactado sus hábitats a lo largo del tiempo.
Loa investigadores de la Universidad de Oxford detallaron que al analizar el carbono de las avellanas recuperadas en yacimientos arqueológicos del sur de Suecia, desde los campamentos de cazadores-recolectores del Mesolítico hasta uno de los asentamientos más grandes y ricos de la Edad del Hierro en el norte de Europa, se demostró que las avellanas se recolectaban en entornos cada vez más abiertos.
Los seres humanos del norte de Europa han utilizado los avellanos como fuente de materiales y alimento durante miles de años. Las nueces son una excelente fuente de energía y proteínas, pueden almacenarse durante largos periodos y las cáscaras también se pueden utilizar como combustible.
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