Ricardo Trejo Sánchez, reportero
México.- El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) presentaron este martes el Informe de Desarrollo Humano de las Juventudes en México: Retos y Caminos hacia un Futuro Inclusivo, herramienta pionera que mide el desarrollo adolescentes y jóvenes en las 32 entidades federativas del país, a través del Índice de Desarrollo Humano de las Juventudes (IDH-J).
El IDH-J, primero en su tipo a nivel nacional, ofrece un panorama territorial de las desigualdades que enfrentan las juventudes, al tiempo que propone un marco analítico y estadístico para diseñar políticas públicas con enfoque interseccional, territorial y de derechos humanos.
Durante la apertura del evento, la Representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en México Alanna Armitage destacó que en un contexto de cambios demográficos sin precedentes es fundamental poner a las personas jóvenes en el centro de la política pública, para lo cual se necesitan datos, evidencia y mecanismos para fortalecer la la toma de decisiones y realmente contribuir a la reducción de brechas de desigualdad.
“El IDH-J es un llamado a la acción colectiva y coordinada para trabajar por, con y desde las juventudes”, afirmó.
Por su parte, el Representante Residente del PNUD Lorenzo Jiménez de Luis dijo que México tiene 40 millones de jóvenes, el cual es un bono demográfico importante que hay que poner en valor para evitar que pasen a engrosar las filas de la pobreza de este país.
“Representan el presente de México o el futuro de su desarrollo. Si no se hacen bien las cosas lo más probable es que la mitad de esas 40 millones de personas pasen a engrosar las filas de la pobreza de este país. Por eso nos hemos animado a hacer un informe muy sólido, que está preparado con mucho rigor, llamado a mover un poco las decisiones políticas y que se orienten hacia lo que es un capital social innegable”, añadió.
En la presentación del Informe se detalló que este adapta las tres dimensiones del Índice de Desarrollo Humano global (IDH global): salud, educación e ingreso, al grupo de juventudes de entre 12 y 29 años de edad.
En términos de salud, se destaca la urgencia de atender la alta tasa de fecundidad adolescente en estados como Chiapas y Zacatecas en donde se presentan más de 70 nacimientos por cada 1,000 mujeres entre 15 y 19 años. Las mujeres jóvenes enfrentan riesgos específicos, como la violencia feminicida, mientras que los hombres jóvenes son desproporcionadamente afectados por homicidios. En el subíndice general de salud (escala de 0 a 1), los estados con mayor rezago son Colima (0.529) y Zacatecas (0.503), dada la persistente exposición de las juventudes a contextos de violencia. La Ciudad de México es la única entidad en el nivel “muy alto” en el subíndice de salud, presentando la tasa de fecundidad adolescente más baja en el país y una de las mayores cifras en esperanza de vida.
En educación, si bien se han ampliado los años promedio de escolaridad, el informe evidencia rezagos en la cobertura de niveles medio superior y superior, en estados como Chiapas y Oaxaca, que presentan los niveles más bajos de escolaridad juvenil con 9.3 y 9.7 años promedio, respectivamente. Esto representa una brecha de casi dos años comparado con las entidades con mayores logros, Ciudad de México y Sinaloa con 11.2 años de escolaridad promedio en ambos casos. La brecha digital y la falta de acceso a tecnologías de la información agravan estas desigualdades, limitando la inclusión educativa y laboral.
En el componente de ingreso, las juventudes enfrentan un panorama de precarización laboral: la informalidad, los bajos salarios y la limitada protección social dificultan su autonomía económica y restringen su participación en el desarrollo del país. Entidades como Nuevo León y Coahuila logran niveles de informalidad de menos del 36% de las personas jóvenes, mientras que en Guerrero y Oaxaca la informalidad juvenil se encuentra por arriba del 85%.
El Índice de Desarrollo Humano de las Juventudes (IDH-J) muestra que las condiciones de vida de las personas jóvenes están fuertemente determinadas por el territorio, lo que se manifiesta en desigualdades estructurales que requieren intervenciones diferenciadas, adaptadas a las realidades locales.
JJ