Bangkok.- Familiares y amigos dieron este martes su último adiós a las víctimas de la matanza provocada por un expolicía, que causó más de una treintena de muertos, en su mayoría niños, en un tiroteo que comenzó en una guardería en el noreste de Tailandia.
Después de tres días de ceremonias en varios templos los ritos funerarios culminan hoy con las incineraciones de las víctimas tras una jornada de rezos por monjes budistas en la provincia de Nong Bua Lamphu.
Normalmente, las incineraciones se realizan individualmente, pero esta vez se realizan por grupos debido al gran número de víctimas.
Los familiares y allegados dejaron juguetes, incluidos bicicletas y peluches, para los espíritus de los niños, una tradición tailandesa en los funerales.
El pasado jueves al mediodía Panya Kamrab, de 34 años y expulsado de la Policía por posesión de drogas, acudió a la guardería de Uthai Sawan, cuando muchos de los niños dormían la siesta, y mató con una pistola y un cuchillo a una veintena de ellos.
Entre las víctimas mortales de la guardería, que acogía a niños desde los dos años, hay una maestra que estaba embarazada.
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