Aún con el recuerdo de su eliminación en los octavos de final de la Liga de Campeones, el París Saint-Germain volvió a firmar un encuentro mediocre rescatado por Kylian Mbappé, que sobre la bocina marcó el 1-2 para camuflar con una victoria sobre el Brest los problemas de su equipo.
Después de la hecatombe continental, tocaba jornada de lupa sobre el proyecto del París Saint-Germain. Todas las dudas del mundo surgieron después de caer en Múnich y ya nada iba a aliviar el dolor de la derrota europea, la enésima desde que el conjunto francés se convirtió en un club estado construido con más chequera que sesera.
Incluso Kylian Mbappé, titular ante el Brest, deslizó su descontento en la zona mixta del Allianz Arena, donde declaró que se centrará en ganar la Liga. Su frase, cortada justo con ese final, sonaría hasta institucional para salir del paso. Sin embargo, continuó con un “después ya veremos” que sonaba a despedida.
Por eso, todos los focos apuntaban a Mbappé en el Stade Francis-Le Blé, donde el París Saint-Germain se jugaba mantener la distancia de ocho puntos sobre el segundo, el Olympique Marsella. Pero también necesitaba reivindicarse Lionel Messi, que decepcionó frente al Bayern en uno de los peores encuentros que se le recuerdan en el cuadro parisino.