15/12/23 .- Resulta grotesco escuchar o leer a supuestos periodistas y analistas deportivos, en varios frentes, decir que el árbitro central Marco Ortiz no iba a expulsar a un jugador iniciando el partido en referencia a la entrada del brasileño Carioca, de Tigres, a Valdez, del América, apenas a los dos minutos de tiempo corrido en el juego de ida de la gran final del futbol mexicano entre estos dos equipos, celebrado en Monterrey el pasado jueves, tras jugada artera y clara de Carioca en la que Ortiz decidió sacar la tarjeta amarilla al jugador del cuadro neoleonés cuando la falta ameritaba la roja directa.
Usted podría leer los reglamentos de todos los deportes en el mundo y en ninguno, incluyendo el futbol, encontraría un apartado en el que los árbitros o jueces deban en partidos definitorios, como lo es la final del futbol mexicano, sacar en los primeros minutos de los juegos tarjetas únicamente de amonestación, aunque las faltas sean graves, a fin de no afectar a los equipos, o en este caso a cierto equipo (Tigres) , en un juego de tanta relevancia supuestamente para el mejor desarrollo de este.
Esos que dicen ser justos se olvidan que ni siquiera el árbitro sería culpable de una falta como la de Carioca a Valdez que pudiese poner contra las cuerdas muy tempranamente a su equipo, pero lo que es más grave es que el hombre que imparte justicia en el campo se haga de la vista gorda, con todo y VAR, y no se atreva a sacar el cartón rojo por incapacidad, miedo escénico, a un regaño de Gignac, o, pensando muy mal, a lo que usted pueda imaginar