Redacción Deportes , 25 jun (EFE).- Superado en número en las gradas, el equipo sudafricano Mamelodi Sundowns lo dejó todo en el campo pero fue insuficiente, se despidió del Mundial de Clubes con orgullo y el dolor de haber tenido muy cerca la clasificación. El 0-0 contra Fluminense le sirvió a los brasileños que supieron aguantar y meterse a los octavos.
Faltó un apretón final de los sudafricanos. Quizás faltos de energía o de calidad técnica, no llegaron a poner en apuros a Fluminense en la segunda mitad. Los cero tiros a puerta registrados por ambos conjuntos en los últimos 45 minutos resumen un encuentro gris en el que el Mamelodi estuvo llamado a más.
Este empate dejó a Fluminense segundo del grupo F con cinco puntos, dos menos que el Borussia Dortmund, que pasó como líder del grupo a octavos. Mamelodi finalizó con unos dignos cuatro puntos, pero insuficientes para pasar de fase.
Eran los sudafricanos quienes más necesitaban la victoria y se notó de inicio, con una presión alta que desconectó por completo a los brasileños. Mamelodi gozó de dos ocasiones muy claras dentro del área frente al guardameta para adelantarse, pero Fabio achicó bien en la primera y detuvo el balón que le fue al cuerpo en la segunda para mantener el empate.
Fluminense firma el pleno brasileño
La pausa de hidratación, como si de un tiempo muerto se tratase, cambió por completo la dinámica. Fluminense no terminó de apoderarse del balón, pero logró deshacerse del dominio sudafricano y comenzar a respirar por primera vez en el partido.
Al borde del descanso, uno de los ataques brasileños dejó una dura entrada de Mokoena, ya con amarilla, en la que se jugó la segunda amonestación. Quizás por eso el entrenador del Mamelodi lo dejó en el banquillo en el descanso.
Con 45 minutos para marcar un gol, los sudafricanos volvieron a salir con más ganas y a superar a un Fluminense que todavía no había disparado a puerta. Aunque las ocasiones no llegaban, los balones al espacio buscando la velocidad del punta Iqraam Rayners eran una amenaza constante para la zaga de Fluminense.
La entrada de Keno, extremo, en los brasileños fue un mensaje del entrenador a sus jugadores. Pasaban si no encajaban gol, pero había que generar peligro.
Sin embargo, el segundo tiempo se cerró sin tiros entre los tres palos. Mamelodi apenas pisó el área en el último cuarto de hora, que Fluminense pareció tener controlado en todo momento. Un saque de esquina de los sudafricanos en el descuento, que fue despejado por la zaga, fue la única oportunidad que tuvieron de llevar peligro a la meta brasileña. Los galones de unos y otros se notaron.
Mención aparte requiere la afición del Mamelodi Sundowns. Sentados detrás del banquillo de su equipo -en el sentido figurado, porque estuvieron de pie todo el partido- no pararon de animar y saltar durante todo el tiempo reglamentario. Apenas era un centenar, pero por momentos superaron en ruido a los miles de hinchas de Fluminense.
AJGD
