El Fan ID, el sistema de identificación de aficionados al fútbol, ha logrado lo que ni siquiera pudo lograr la campaña militar rusa en Ucrania, vaciar los estadios.
Como ejemplo, sólo 207 aficionados acudieron al partido disputado el pasado sábado en las afueras de Moscú entre el histórico Torpedo y el Ural (0-1).
Ése fue el segundo aforo más bajo en la historia de la liga rusa desde su inicio en 1992.
El Ministerio de Deportes y la federación esgrimen que el Fan ID permitirá convertir el fútbol en un pasatiempo familiar, al igual que en otros países como España o Italia, al tiempo que se reduce la presencia de radicales y la violencia en los campos.
El argumento oficial no ha convencido a los aficionados, que desconfían de cualquier método de control por parte de las fuerzas de seguridad y mantendrán su boicot hasta la retirada del conocido también como pasaporte de aficionado.
ESTADIOS VACÍOS
Las asociaciones de aficionados ya habían boicoteado el Fan ID antes de la pausa invernal al considerar que los trataba como delincuentes, pero su incidencia se ha hecho notar precisamente ahora, cuando este método se ha aplicado a los dieciséis clubes de la división de honor.
En el caso del Spartak Moscú, el club con más aficionados de Rusia, la afluencia de público en los últimos dos partidos ha caído casi tres veces en comparación con otoño.
Al mundialista estadio Otkritie Arena, con capacidad para más de 45.000 espectadores, acudieron el fin de semana 5.002 hinchas del equipo moscovita.
“¿Cinco mil personas en el Spartak? No recuerdo cuando en el Spartak había ese número de aficionados. ¡Es el Spartak! Jugamos para los aficionados, pero no están”, comentó Alexandr Sóbolev, delantero del Spartak, al término de un encuentro.