México.- Hace 10.000 años, justo después de la última Edad de Hielo, un grupo de cazadores-recolectores enterró a una bebé. La sepultaron en una cueva, con una garra de búho real, decenas de conchas y cuatro colgantes, objetos con los que quisieron honrarla.
El cuidado puesto en los detalles de esta tumba infantil revelan que para su pueblo, la niña era una persona, con los atributos de un yo individual y entidad suficiente para ser considerada un miembro igualitario del grupo.
Esta es la principal conclusión de un estudio internacional que ha analizado este enterramiento situado en la cueva de Arma Veirana, en las montañas de Liguria, en el noroeste de Italia.
Los detalles de la investigación se publican hoy en Nature Scientific Reports y ofrecen información relevante sobre la estructura social de las poblaciones del Mesolítico temprano.
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