UNAM.- Luego de 31 años, la Fundación UNAM sigue siendo un brazo de la máxima Casa de Estudios, que asume su desempeño para impulsar sus objetivos esenciales: la docencia, la investigación científica y la difusión de la cultura. Siempre mirando hacia adelante y siempre preguntándose qué debe hacer y cómo puede ayudar aún más a los universitarios.
Luego de la pandemia existe, lo que la Fundación ha llamado, una nueva realidad. Claramente hay un antes y un después. Nuevas situaciones que habrá que resolver.
El sistema educativo ha sido particularmente dañado. Se suman por miles los que han perdido la escuela y se reclama una estrategia específica para capturarlos otra vez. Nada genera más rezago que abandonar la escuela a cualquier nivel y aquí el impacto es generalizado.
En todos los niveles hubo abandono y como institución de educación a la UNAM le ocupa diseñar estrategias para recuperarlos.
En la actual realidad existen otros instrumentos: la educación a distancia ofrece oportunidades impensables. Se puede llegar más lejos, con más profundidad, abatiendo fronteras.
Ya la UNAM había logrado avances increíbles en el diseño del aula del futuro, pero hoy, lo que fue un tímido arranque de las técnicas de información, se ha extendido de manera impresionante.
Pero se reclaman avances acelerados para mejorar las instalaciones en todo el país para aprovechar estas posibilidades, para disponer de conexiones rápidas, baratas y seguras y, naturalmente, el diseño de materiales educativos para sacarle provecho. Inclusive, potenciar las posibilidades de vinculase todavía más con otras universidades del extranjero para incorporarlas a los programas formativos de la UNAM.
Es aquí justo en donde la Fundación UNAM puede seguir contribuyendo luego de estos primero 31 años, a lograr los objetivos de la máxima Casa de Estudios.
Muchos otros campos demandan su acción. Las ciencias de la tierra en un país que tiene tantos recursos minerales, el cuidado de la sustentabilidad cuando concentramos tanta diversidad, el cuidado de los mares y de nuestros bosques y su explotación racional, el impulso de las ingenierías, incluyendo el mayor conocimiento de la previsión y conocimiento de los terremotos, en donde la Universidad tanto ha destacado, la riqueza de nuestra arquitectura, inclusive para enfrentar la demanda de vivienda a la que debemos atender y que exige respuestas que se pueden dar desde la Universidad.
El trabajo incansable de la UNAM y su Fundación, su extraordinaria comunidad, sus admirables jóvenes, maestros e investigadores nos hacen ver con optimismo el futuro.
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