Puunene, Hawái. Un perro con las patas traseras vendadas hasta la cadera gemía de dolor a través de un collar isabelino de plástico, mientras respiraba agitadamente.
Es una de las mascotas y personas que llevan consigo las marcas de su escape del humo y las llamas de los incendios forestales que azotaron a Maui, los cuales cobraron más de 90 vidas y destruyeron a una localidad histórica.
“Hemos visto que llegan animales a nuestro refugio que tienen quemaduras muy, muy graves”, comentó Katie Shannon, directora de mercadotecnia y comunicaciones en la oficina de la Sociedad Protectora de los Animales en Maui. “Hemos visto perros a los que prácticamente se les quemaron las patas hasta el hueso por huir del fuego”.
El incendio forestal más mortífero en Estados Unidos en más de un siglo ha dejado cientos de perros, gatos y otras mascotas extraviadas, heridas o muertas. Alrededor de 3 mil animales en Lahaina continúan desaparecidos, de acuerdo con la Sociedad Protectora de los Animales de Maui, que en estos momentos trata de reunir a las mascotas con sus dueños y atender a muchos de los animales que llegaron a las clínicas envueltos en cobijas que les cubrían sus heridas.
Alimentados por la hierba seca y avivados por los fuertes vientos de un huracán cercano, los incendios alcanzaron una velocidad de hasta 1.6 kilómetros (1 milla) por minuto en una zona, lo que obligó a la población a salir a toda prisa en angustiosos escapes que más tarde contaron a sus familiares, quienes esperaban agonizantes para tener noticias de ellos.
Los relatos de los animales, sin embargo, los cuentan las heridas que sufrieron.
Un gato llegó con el pelaje quemado y manchas de quemaduras en las patas. Un pollo necesitó que le envolvieran ambas patas chamuscadas en cinta médica.
Un trabajador de la clínica utilizó pinzas quirúrgicas para retirar delicadamente los escombros de las patas de un perro, mientras otro veterinario le sostenía la cabeza, le acariciaba el cuello con el pulgar y le hablaba tranquilamente al oído.
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