Cada 11 de agosto de rinde un merecido tributo al tambor metálico, un instrumento musical nacido en el Caribe, en las islas de Trinidad y Tobago y que poco a poco se ha ido convertido como un símbolo palpable de resiliencia, creatividad y cultura.
El tambor metálico trascendió las fronteras geográficas para convertirse en un emblema global de la música y la identidad afrodescendiente.
Esta efeméride es un merecido tributo a la historia fascinante de este instrumento y a las oportunidades transformadoras que ha facilitado.
El Tambor metálico surgió entre 1930 y 1940 en medio de la lucha de los descendientes de esclavos africanos en una región colonial, estos músicos visionarios utilizaron su ingenio y habilidades para crear un sonido único que se convirtió en un reflejo de su identidad y resistencia.
Los primeros tambores metálicos, forjados a partir de objetos cotidianos como baldes y cubos de basura, encarnan la esencia misma de la improvisación creativa. A medida que los músicos experimentaban con diferentes metales y técnicas de afinación, lograron destilar catorce notas musicales en un bidón de aceite de 55 galones. Este proceso meticuloso, basado en la observación y la intuición, destaca el vínculo entre la ciencia y el arte, entre la tradición y la innovación.
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