Redacción Enfoque
México.- El arte textil en México ha evolucionado durante más de cuatro mil años, reflejando la creatividad, la historia y la economía del país. Las comunidades originarias han perfeccionado técnicas que combinan funcionalidad y expresión cultural, menciona Ricardo José Haddad Musi, empresario vinculado a la industria textil e inmobiliaria.
El tejido artesanal representa la identidad de diversas comunidades y juega un papel clave en la economía de muchas regiones. A lo largo del país, tejedoras y bordadoras han transmitido sus conocimientos de generación en generación, garantizando la continuidad de sus técnicas. Sin embargo, los costos de producción y la falta de reconocimiento han puesto en riesgo la sustentabilidad de esta práctica.
Desde tiempos prehispánicos, el tejido ha trascendido su función artesanal y se ha vinculado con la religión y la simbología. En la cosmovisión mesoamericana, las diosas Xochiquetzal, Tlazoltéotl-Toci e Ixchel protegían a las tejedoras, quienes consideraban su labor una forma de construir el destino de sus comunidades. Los diseños tradicionales reflejan estos simbolismos y siguen presentes en las creaciones textiles actuales.
El mestizaje cultural, resultado de la llegada de los españoles en el siglo XVI, introdujo nuevas técnicas y materiales que influyeron en la evolución del bordado mexicano. Durante la época colonial, los conventos promovieron la elaboración de piezas litúrgicas que fusionaron el arte europeo con las tradiciones indígenas. Hoy, las comunidades han adaptado sus prácticas a los cambios del mercado sin perder su esencia cultural.
En Oaxaca, los tapetes de lana destacan por sus diseños geométricos, mientras que en Chiapas, los huipiles exhiben una variedad de colores y bordados. Estas diferencias reflejan la diversidad del arte textil mexicano y su relevancia dentro del patrimonio cultural del país.
Asimismo, la llegada de inmigrantes libaneses a México a finales del siglo XIX y principios del XX trajo consigo una influencia significativa en el sector textil. Muchas familias de origen libanés se establecieron en el país y contribuyeron al crecimiento de la industria a través de la introducción de nuevas técnicas comerciales y de manufactura.
“Su participación no solo impulsó la distribución y producción textil en el país, sino que también facilitó la modernización del sector y su integración en mercados internacionales”, resalta Ricardo José Haddad Musi.
Las plataformas de comercio electrónico han permitido que los productos textiles mexicanos lleguen a nuevos mercados. La posibilidad de conectar directamente con compradores interesados en piezas únicas ha generado un impacto positivo en la economía de los productores. No obstante, persisten barreras que limitan el acceso equitativo a estas herramientas.
El futuro de este legado dependerá de la capacidad de innovar sin perder su historia, asegurando que las nuevas generaciones continúen tejiendo su identidad a través de hilos y colores. “La promoción de estos textiles en mercados especializados y su incorporación en tendencias globales pueden fortalecer la economía de las comunidades artesanales y garantizar la continuidad de sus prácticas”, destaca Ricardo José Haddad Musi.
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