Desde que se registraran los primeros casos en la década de los 80, más de 40 millones de personas han fallecido por causas relacionadas con el VIH y la fase más avanzada de la infección que provoca, el síndrome de la inmunodeficiencia adquirida (SIDA).
Solo el año pasado se cobró 450 mil vidas y 1.5 millones contrajeron el virus, según cálculos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El organismo estima que 38.4 millones viven con VIH, más de dos tercios en África.
Aunque gracias al diagnóstico temprano y al cada vez más extendido acceso a medicamentos, en muchas partes del mundo se ha vuelto un problema de salud crónico tratable. Incluso hay países que están cerca de eliminarlo.
El VIH ataca el sistema inmunitario y debilita las defensas contra muchas infecciones y determinados tipos de cáncer que las personas con un sistema inmunitario más fuerte pueden combatir más fácilmente.
A esto se le puede hacer frente con terapia antirretrovírica o TAR.
De hecho, desde 2016 la OMS recomienda proporcionar TAR de por vida a todos aquellos que tengan VIH, incluidos los niños, los adolescentes y las mujeres embarazadas con independencia de su estado clínico.
Como consecuencia, el año pasado había en el mundo 28,7 millones de personas infectadas por el VIH en tratamiento con antirretrovíricos.
Esta combinación de fármacos no cura la infección, pero inhibe la replicación del virus en el organismo y permite que el sistema inmunitario recobre fuerza.
“Cuando una persona tiene una carga viral indetectable no le puede transmitir el VIH a nadie”, prosigue. “Y ese es un elemento vital, no solo para combatir la enfermedad sino el estigma asociado a ella”.Además, en los últimos años ha habido avances “revolucionarios” en lo que a estas terapias se refiere, apunta.
Hoy el tratamiento consiste en una píldora al día y no provoca mayores complicaciones. Aunque se sigue innovando en ese campo, investigando las terapias de larga duración.
El año pasado la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó el primer tratamiento de acción prolongada, una inyección bimensual compuesta de dos fármacos.
Y también se está investigando sobre tratamientos alternativos para pacientes con resistencia a los antirretrovirales.
Si se toma a diario la PrEP consigue reducir en más del 90% las posibilidades de contraer el virus que causa el sida a través del sexo o en un 70% por el uso de agujas no esterilizadas o utilizadas por múltiples personas, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por sus siglas en inglés).
La farmacéutica estadounidense Gilead Sciences la empezó a comercializar en 2012 bajo la marca Truvada.
Y, tres años después, la Organización Mundial de la Salud (OMS) comenzó a recomendar su uso para prevenir el VIH entre los colectivos con alto riesgo de contraerlo, como los homosexuales, los hombres bisexuales y sus parejas femeninas, los trabajadores sexuales o las parejas de alguien infectado con este virus.
Pero si bien sus resultados ya se ven en países desarrollados, el alto precio de este tratamiento lo ha mantenido alejado de las zonas más vulnerables.
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